martes, 17 de noviembre de 2009

Apuntes, despuntes y pespuntes hambrientos.

Es la primera vez que me llaman así: compañero. A secas, sin nada más que aclarar. Ni de escuela, ni de trabajo ni de viaje. Compañero, y basta.

A mí, que nunca me puse una camiseta del Comandante. A mí, que jamás usé una boina verde ni fumé habanos. A mí, que nunca levanté el brazo con el puño cerrado -y mucho menos con la mano extendida- y lo más cerca que estuve de Bolivia fue en un viaje a la Quebrada de Humahuaca. Sí, justo a mí me llamó compañero.

Gracias, compañero, me dijo el compañero -me entusiasmé- agricultor. De esos agricultores y pescadores que protestan frente a la FAO, donde los países discuten cómo terminar con el hambre con descansos a la hora de comer y sin incomodar a los monsantos y cargiles.

Piden -los compañeros- una reforma agraria para terminar con el hambre. Para que los productores del sur no sean la única fuente de alimentación de las mesas -y mercados- del norte. Para que la especulación no crezca más que los cultivos. Eso piden, con calma, con fuerza y con razón.

Tiene su gustito que te llamen compañero. Lo digo porque tal vez Hugo, Mario, Alfredo, en fin, los compañeros -re- piqueteros, también podrían sentirse bien -y con ellos muchos más- si los productores que protestan en Roma los llamaran, simplemente, compañeros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ojito pibe, ojito...mirá si lo leen los gorilas de nuestro pueblo...jajajajajaja...
Arturo

Anónimo dijo...

Bravo, compañero, seguramente notaron en ti una cercanía, un entender y una solidariedad... que quizá tantos otros (de esos de los grandes, que dicen)no tienen con ellos. Ese compañero en el que ojalá pudiéramos sentirnos todos dentro... y en el que pudiéramos, sin hipocresía,hacer algo verdaderamente. Bueno, no sé cuándo o cómo nuestros pequeños granitos de arena podrán contar y servir para algo. Quizá soy sólo teórica, demasiado teórica... con buenas intenciones y nada más. Eh, sí, en la ciudad, qué lejanos nos parecen a veces los problemas, el día a día, las grandes cosas que hay que resolver. Es verdaderamente un mazazo a la conciencia escucharles. Gracias por recordarles y contárnoslo. Beatriz