sábado, 12 de abril de 2008

Apuntes, despuntes y pespuntes posteriores.

Sentados bajo el sol de un otoño porteño, hace algún tiempo elaboramos -esbozamos, sería más correcto- con el colega Diego Torres (quien me ha escuchado entonar sabe que no hablo del cantante) una nueva Teoría de la relatividad. Siempre física, pero a diferencia de la revolucionaria fórmula de Einstein, una física -si se quiere- más cercana a la anatomía.

Mientras una compañera se alejaba caminando lentamente, con Diego concluimos que "existe una estrecha relación entre el trasero de la mujer y la barriga del hombre, entre el gusto y la exigencia y sus cambios relativos".

Teoría totalmente empírica, ciertamente, pero no por eso menos respetable. Las pruebas fueron visuales y táctiles. Más visuales que táctiles y, generalmente, alternativas. Pocas veces -hay que decirlo- han ido de la mano ambas constataciones. Hemos visto muchas mujeres alejarse; y alejadas de gimnasios, hemos palpado -no sin resignación- nuestras barrigas carentes de abdominales.

Cambiamos con el paso del tiempo. Nos transformamos. Cambia también el sistema de referencia, y conjuntamente lo hace nuestro nivel de exigencia. Una barriga incipiente sólo puede, sin exagerar, aspirar o pretender un trasero que remita a un pasado radiante. Es -me atrevo- casi inmoral exigir en el otro lo que uno no puede ofrecer.

En un ataque antimachista -¿sorprendidas?- reclamo justicia de género. Señores: no nos dejemos llevar por gustos pasados, por adolescentes recuerdos perdidos en un ayer casi glorioso. Nuestros cinturones son hoy más largos que hace unos años. ¿Podemos honestamente pretender sólidas retaguardias femeninas sin ser conscientes de nuestra desmedida exigencia?

4 comentarios:

Fernando Salceda dijo...

La verdad es que, una vez más, tenés razón.
La única ventaja con la que cuento en este aspecto es que, al no tener un pasado glorioso que añorar, me resulta más fácil convivir con este presente.
¿Qué se le va a hacer? Es lo que hay.

Gran abrazo.

Anónimo dijo...

Tené paciencia...ya llegará el día -y lo se por experiencia- que nadie dará con la medida del cinto que verdaderamente necesitás, tal vez por afecto la familia cree que con "dos números menos" vas a adelgazar...
Arturo

La griega dijo...

Muchas cosas me surgen al leer, casi por casualidad, esto. Soy una mujer que ha entrado en la cuarta década (les agradecería no invocar a Arjona, hay determinada música que me hace daño).Así que sólo, y para no atormentar a tanto varón con mi parloteo, diré: GRACIAS!!! Me encanta la idea de que se medirá mi anatomía con el mismo centímetro que la del varón, me encanta la idea de no pasarme el resto de mi tiempo libre entre Pilates y la cinta y poder usar ese tiempo en pasear,leer un libro, ver una buena película, comerme un rico asado que seguramente contribuirá a que mi partes posteriores se alejen de aquella imagen lozana de otras épocas. Me encanta que, al menos, dos varones en este planeta, acuerden en que me pueden ver pasar y piensen por ej.en que fue lo último que dije, en lugar de medir a que distancia me está quedando el traste del piso!!
Un beso
La griega

Mauricio Monte dijo...

gracias por el comentario, y cuando se come asado, se invita.