viernes, 7 de noviembre de 2008

Apuntes, despuntes y pespuntes herreros.

Con el mito de los metales, Platón busca justificar su teoría sobre la estratificación del Estado. Más allá de no compartir en absoluto esta idea tan suya, hay que reconocerle, entre otras muchas cosas, una gran capacidad creativa.

Cada uno de nosotros, dice Platón, ha recibido por parte de los Dioses una inyección de metales en su alma. Mayor cantidad de oro para los filósofos, de plata para los guardianes, cobre y hierro para los artesanos y pastores. De acuerdo a la proporción de metales, a cada alma le corresponderá una clase social.

Según este mito, entonces, un filósofo nunca podrá ser pastor ni un pastor (y acá está el temita) podrá ser filósofo y ocupar un lugar destacado en la polis. Supongo que los pensadores de la antigua Grecia podrían compararse a los políticos de nuestros días; y con los últimos cambios en la política mundial, volví a recordar el platónico mito de los metales.

En la madrugada electoral de Estados Unidos, después de largas horas de espera, Barack Obama (el "joven, bello y bronceado", como dijo Berlusconi) le hablaba al mundo. Y en esa trasnochada confirmé, al menos esta vez, que en el reparto de metales me tocó el hierro. Mientras Obama decía "yo tengo un sueño", a mí me sobraba el artículo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja Mauri sos genial!!

Anónimo dijo...

Se recomienda explicación para mami,
Arturo

Anónimo dijo...

Mamucha, podrá ser que el nene siempre tenga sueño? :)

Anónimo dijo...

El hombre (vamos... el ser humano) por el mero hecho de serlo es ya filósofo. Así es que ni metales ni piedras preciosas... si quieres ser hierro porque tienes sueño, vale. Pero oye, que el oro también vale pa' ti y pa' todos.
Beatriz