martes, 6 de mayo de 2008

Apuntes, despuntes y pespuntes descriptivos (y de los otros).

Es interesante -me parece- ver cómo ideas tan claras pueden terminar confundiéndose y confundiendo. Poco a poco, después de atravesar filtros más o menos cargados de sentido, la descripción de una situación puede convertirse, con el paso del tiempo, en un modelo a seguir. En un mal modelo a seguir.

Con un coraje basado, fundamentalmente, en la ignorancia, me indigno leyendo los consejos de un viejo que sólo los daba después de unos cuantos vinos: "Hacéte amigo del juez/(...) pues siempre es bueno tener/un palenque ande ir a rascarse", aleccionaba a nuestro más famoso y solitario gaucho pendenciero.

Nada más destructivo. Nada peor que los consejos del Viejo Vizcacha, pero ahí están en el Martín Fierro. Y aunque me niego a pensar que José Hernández haya querido convencernos de la sabiduría Vizcachera, la interpretación posterior de sus versos demasiado daño ha hecho. Demasiado.

Enrique Santos Discépolo tenía una gran facilidad para escribir, pero sobre todo, gran facilidad para convertirse en juez. Más allá de este pequeño detalle de arrogancia artística, en su Cambalache se refleja una crítica feroz a los modos y costumbres del siglo XX.

¿De verdad es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de los otros? No me siento un gil ni creo que nadie se sienta un gil porque no roba. Discepolo no aconsejaba, sólo describía; pero es más fácil escudarse detrás de Cambalache, que aceptar una dura realidad: la Biblia y el calefón han logrado convivir con extrema naturalidad. ¡Chán! ¡Chán!

2 comentarios:

Fernando Salceda dijo...

Esa es una de las bases de nuestros problemas. Hemos convertido a "Cambalache" en un manual de procedimiento y no como un canto a lo que no debemos ser.
En fin...

Gran abrazo.

Anónimo dijo...

¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
¡Dale nomás!
¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!
Muy buueeeenoo!! me encantó Mauri!!!
Ro