miércoles, 29 de octubre de 2008

Apuntes, despuntes y pespuntes seleccionados.

Después de lo que pasó en Estados Unidos '94 decidí no discutir nunca más sobre el argumento "Diego Maradona". Si mi interlocutor está de acuerdo conmigo, podemos llegar hasta las lágrimas recordando y reviviendo las jugadas de Maradona.

Si en cambio mi compañero de charla se pone chungo con Diego, no obtendrá respuesta alguna. No discuto porque no puedo pensar. Sólo puedo sentir cuando se trata del mejor jugador de fútbol del mundo.

Esta vez no será la excepción, pero tengo que confesar que me he visto seducido por más de una falacia. Razono mal, equivocadamente, buscando rebatir la teoría de su falta de experiencia.

Me tiento y casi suelto que si es por eso, con grandes experimentados nos ha ido de regular a mal, al menos si el parámetro son los resultados en los últimos mundiales. Caótico con el primer Basile, justito con Passarella, mal con Bielsa, sabor a poco con Pekerman y con el último Basile estaba por verse si llegábamos a Sudáfrica.

Es verdad que los resultados no lo son todo, tanto como que la experiencia tampoco lo es. Los experimentados nos han llevado del pelo corto al talco, de jugadores casi robotizados a la mala racha. Yo propondría, para evitar cualquier crítica, una Cadena Nacional antes de los partidos, otra cortita en el entretiempo y otra al final. Cadena Nacional de jugadas maradonianas. Y a ver quién se atreve a criticar.

jueves, 23 de octubre de 2008

Apuntes, despuntes y pespuntes inflados.

En la casa de mi abuela, sobre la estufa a leña que nunca funcionó, dormían, encuadernados, varios años de la revista "Selecciones del Reader's digest". De vez en cuando despertaba un tomo gordo y pesado y leía, sobre todo, los chistes a pie de página y las viñetas.

A menudo recuerdo un chiste que leí en una de esas revistas hace ya unos cuantos años. Allí se ve a un hombre que está comprando algo en un puesto de comidas frente a la cárcel. Se nota claramente que este hombre había estado preso muchos años porque el vendedor le pregunta: ¿un peso por una torta con crema? ¿Pero de dónde ha salido usted?

Cada vez que aterrizo en Buenos Aires me siento como el preso del chiste; y no porque haya salido hace poco de la cárcel (tranquila, mamá). Me he quedado con los precios y también con los ingresos del 2000. Todo me parece caro. Extremadamente caro. Y sospecho que lo es.

martes, 14 de octubre de 2008

Apuntes, despuntes y pespuntes absolutamente superlativos.

Esta mañana abro el diario, leo una noticia, me giro y le digo a mi compañero camarógrafo: Salvatore, después de Federico Fellini, sos la persona que más ha hecho por el arte audiovisual italiano. Me miró, y sin sorprenderse, me agradeció replicando: Tiger Woods debería dar las gracias porque no te has dedicado profesionalmente al golf, ya que si así fuese, él sería el número dos. Y tan anchos nos quedamos.

Hablo por teléfono con un amigo y le digo: tus diseños son mejores que los de Santiago Calatrava. Cuando los presentes en público vas a pasar a la historia como un gran arquitecto. Después de agradecer mi halago, me confiesa que nunca antes había leído textos tan inteligentes y tan bien escritos como los de este blog. Y tan anchos nos quedamos.

Sigo pensando en la noticia que leí mientras voy al bar para comer algo. Termino el plato de pasta, me dirijo al cocinero y le digo: por algún motivo oscuro este bar no está en la Guía Michelín. Debería tener una calificación de al menos 5 tenedores. El chef dice gracias y comenta: nunca antes había visto a un cliente conocer tanto de vinos. ¿Es usted enólogo o acaso sommelier? Y tan anchos nos quedamos.

Vuelvo al trabajo y veo por televisión la noticia que había leído en el diario. Berlusconi, frente a un grupo de personas, habla de Bush mientras ambos intercambian miradas y sonrisas: será muy difícil encontrar otro hombre idealista y corajudo como nuestro George, dijo Silvio. Y tan anchos se quedaron.

martes, 7 de octubre de 2008

Apuntes, despuntes y pespuntes indiferentes.

Realmente no me interesa nada de lo que pueda pasar en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Aunque sé que me afectará -mi ingenuidad se agota después de escuchar una declaración de amor eterno- creo que esta indiferencia se debe a la imposibilidad de intervenir para cambiar el resultado final.

Sospecho que es una venganza contra los estadounidenses. Sé -saben ya lo de mi escasa ingenuidad- que mi venganza termina ahí nomás; que es de vuelo corto y sin mayores pretensiones, pero no puedo evitarlo.

Cuando uno de los pocos norteamericanos registrados para votar llega a la cabina para elegir a su próximo presidente, piensa en él mismo y en su país (en el mejor de los casos). Nada le importa que su decisión afecte directamente al resto del mundo.

Un mundo que funcionaría bastante mejor -como muestra basta la crisis financiera, para no hablar de Afganistán o Irak- si Estados Unidos, por voluntad y decisión del resto del mundo (al menos de los poderosos), ocupara el lugar que debiera.

Pero como los hechos demuestran que el poder está en el norte de América, y aparentemente nada puede hacerse para cambiar esta situación, no me interesa ni el debate, ni las encuestas, ni el negro ni el viejo. Con indiferencia pago la indiferencia.