jueves, 17 de septiembre de 2009

Apuntes, despuntes y pespuntes bolivarianos.

Hace unos días, en la mostra de Venecia, se proyectó el documental de Oliver Stone sobre Hugo Chávez. Al menos así lo presentaban. Es simplista, equivocado e injusto, sostener, después de verlo, que es un documental sobre Chávez.

Es, en realidad, un documental sobre el chavismo, sobre los importantes cambios -pueden no ser positivos, admito- que se están produciendo en América latina, y sobre todo, la ignorancia y la mala intención de los medios norteamericanos para referirse a Chávez y al resto de los presidentes latinoamericanos que le apoyan.

La burla de tres ignorantes norteamericanos disfrazados de periodistas, sobre la costumbre de masticar "cacao" del presidente boliviano, indigna más (aunque no mucho más) que las risitas cómplices de la platea mientras veía a Stone llevarse a la boca hojas de coca ofrecidas por Evo Morales. El discurso unilateral ha hecho mella, y la coca, señores, definitivamente, es la cocaína.

No se ve a la oposición en este documental. No se ven los resultados prácticos (buenos o malos) de la Revolución Bolivariana; y es una deuda con el espectador. Se ve, sí, la manipulación mediática de Estados Unidos, y la intervención política y militar para atentar contra gobiernos democráticos. Eso sí se ve.

No me gusta el estilo de Chávez, lo digo por si la discusión se dispara para ese lado. Pero me gusta, comparto y defiendo su idea de una América Latina unida, con un discurso uniforme y negociando entre pares con el resto del mundo, sin subordinación.

La teoría es muy bonita, pero es en la práctica -demás está decirlo- donde los resultados se convalidan. Si no lo creen, miren hacia el Este. El comunismo destrozó vidas y países. ¿No alcanza? Miren hacia el Norte entonces, que se ve mejor.