sábado, 16 de abril de 2011

Apuntes, despuntes y pespuntes nominativos.

Siempre me han sorprendido los nombres de las calles y plazas en Europa. Via Dei due macelli se llama una calle de Roma, donde habría, posiblemente en la edad media, dos mataderos de animales. La Plaza Mayor, en Madrid, tiene una denominación que pocos objetarían. Los nombres de las calles más antiguas de las ciudades tienen su por qué; basado en el uso y la simpleza de nombrar y nominar los lugares de acuerdo a sus caracteristicas.

Cuando la edad media te pasa lejos y el renacimiento te encuentra en pañales, la cosa cambia. Hay que elegir, y para hacerlo entran en juego infinidades de variables, sobre todo políticas. Las escuelas de formación de la Policía Federal Argentina tenían tres nombres, y ahora tienen otros tres, que me gustan. Me parecen correctos, fundamentados y coherentes con el fin que esa institución persigue. Pero todo cambio inquieta, y estos no son la excepción.

Hacía mucho que no leía los comentarios de lectores de Perfíl. No lo hacía porque intento mantener una cierta salud mental (de hecho a los de La Nación todavía no me les animo). El cambio de nombre que más les para los pelos es el del General Cesáreo Cardozo, un jefe de la Federal que murió en un atentado de Montoneros en el '76. No importa quién fue Cardozo, ni si fue reemplazado por otro nombre, que representa de forma más adecuada los valores que en esa escuela deberían inculcarse. Ese es un tema menor, total... ¿para qué?.