miércoles, 22 de abril de 2009

Apuntes, despuntes y pespuntes curiosos.

Ante la duda... dice el conocido refrán, la elección, amigas, es obvia. La duda es, además, una gran motivación para aprender. Sin duda no hay crecimiento. Sin duda no hay curiosidad.

Pero son las ideas de la gente las que deberían despertarnos curiosidad. Tener más interés por las personas que por las ideas ajenas es señal de, al menos, aburrimiento. Y ni hablar si lo que importa no es ya la gente o sus ideas, sino lo ajeno. Ahí ya estaríamos, claramente, frente a un hecho tipificado, con gran precisión, en el código penal.

Da pena cuando la gente se preocupa poco por la educación, menos por el crecimiento y nada por el respeto. Sospecho que existe una relación inversamente proporcional entre la carencia de estos tres elementos y la abundancia de curiosidad desperdiciada, inútil, chismosa. Creo que la relación entre la habladuría y el aburrimiento es, en cambio, directamente proporcional.

Aprovechemos entonces la curiosidad para aprender, para crecer, para llevar nuestro horizonte un poquito más allá de la punta de los zapatos. La curiosidad es hija de la ignorancia y madre de la ciencia, dijo un filósofo; la sospecha es prima de la suspicacia, tía de la ofensa y amiga de una amiga de la calumnia, dijo un rosarino, creador de aforismos, impulsado por el negro Fontanarrosa.

Dos caminos, dos recorridos, dos resultados con un punto de partida común. Uno, el más largo, el más complicado, el más difícil, aunque el mejor. Si la elección cae en el otro camino, deberíamos admitir que sin curiosidad estaríamos mucho mejor.

jueves, 16 de abril de 2009

Apuntes, despuntes y pespuntes sísmicos.

No hace falta ser muy dotado para darse cuenta de que estamos a merced de la naturaleza. Nada podemos hacer cuando a esta imponente señora se le ocurre algo. Lo que sea, lo que venga, a cualquier precio.

Tampoco hace falta ser muy dotado para saber que existen medidas para mitigar, contrarrestar y hasta para evitar las consecuencias de los desastres naturales. Desde chicos sabemos que basta el soplido de un lobo para que una casa de paja deje al cerdito sin techo y refugiado en la casa de su hermano, el albañil.

Albañiles honestos y capaces harán falta para reconstruir los pueblos destruidos por el terremoto en Italia. Constructores que no utilicen la arena del mar (con cloruro de sodio incluido) para construir cimientos que se desgranan, con hierros carcomidos por la sal marina y paredes que no soportan el peso -no están preparadas para eso- y "explotan" hacia la calle.

Hasta aquí el pasado. El presente es, entre otras cosas, la enorme cantidad de carpas, con miles y miles de personas sin hogar. La vida en las "tendopolis", como llaman aquí a los campamentos, intenta adquirir normalidad, aunque sin lograrlo.

Berlusconi no ha faltado un solo día. Visitó la zona, nadie lo acusó de demagógico y nadie criticó su intención -discutible- de desdramatizar la situación. Tal vez no haya sido adecuado cuando describió como "día de camping" la estadía en las carpas, pero es un tema menor frente a un drama que, para la gran mayoría de los sobrevivientes, es el futuro que recién comienza.

miércoles, 1 de abril de 2009

Apuntes, despuntes y pespuntes enlutados.

Recuerdo la efervescencia de aquel día. La gente hacía largas colas para votar. Recuerdo la esquina de la escuela, frente a la plaza, llena de gente que esperaba su turno mientras hablaba -sana costumbre- y disfrutaba de un momento negado por años.

Tengo la sensación de que el artífice de ese momento tiene nombre propio. La ilusión, por aquellos años, se reflejaba en la cara de los alfonsinistas. Él era la esperanza, el cambio, lo nuevo. Y fue.

Nada como la muerte para mejorar a las personas, podría decirse. Nada como los poderes económicos para derrocar gobiernos, agrego. La distancia de los hechos, la constancia y la conducta (suyas) son tres pilares en los que debería basarse un juicio crítico sobre Raúl Alfonsín.

Sería interesante extrañar aquellas sensaciones. Me gustaría tenerlas hoy, a pocos meses de las elecciones. No importa el partido, no importan las ideas. No hay ilusión, hay casi nada más allá de los impuestos y la inflación. Son problemas urgentes, sí. Pero la política es mucho más que eso. La política es proyección, la política es progreso, la política es, fundamentalmente, democracia. Y nunca viene mal recordar que "con la democracia se come, se educa y se cura".