Es la primera vez que me llaman así: compañero. A secas, sin nada más que aclarar. Ni de escuela, ni de trabajo ni de viaje. Compañero, y basta.
A mí, que nunca me puse una camiseta del Comandante. A mí, que jamás usé una boina verde ni fumé habanos. A mí, que nunca levanté el brazo con el puño cerrado -y mucho menos con la mano extendida- y lo más cerca que estuve de Bolivia fue en un viaje a la Quebrada de Humahuaca. Sí, justo a mí me llamó compañero.
Gracias, compañero, me dijo el compañero -me entusiasmé- agricultor. De esos agricultores y pescadores que protestan frente a la FAO, donde los países discuten cómo terminar con el hambre con descansos a la hora de comer y sin incomodar a los monsantos y cargiles.
Piden -los compañeros- una reforma agraria para terminar con el hambre. Para que los productores del sur no sean la única fuente de alimentación de las mesas -y mercados- del norte. Para que la especulación no crezca más que los cultivos. Eso piden, con calma, con fuerza y con razón.
Tiene su gustito que te llamen compañero. Lo digo porque tal vez Hugo, Mario, Alfredo, en fin, los compañeros -re- piqueteros, también podrían sentirse bien -y con ellos muchos más- si los productores que protestan en Roma los llamaran, simplemente, compañeros.
A mí, que nunca me puse una camiseta del Comandante. A mí, que jamás usé una boina verde ni fumé habanos. A mí, que nunca levanté el brazo con el puño cerrado -y mucho menos con la mano extendida- y lo más cerca que estuve de Bolivia fue en un viaje a la Quebrada de Humahuaca. Sí, justo a mí me llamó compañero.
Gracias, compañero, me dijo el compañero -me entusiasmé- agricultor. De esos agricultores y pescadores que protestan frente a la FAO, donde los países discuten cómo terminar con el hambre con descansos a la hora de comer y sin incomodar a los monsantos y cargiles.
Piden -los compañeros- una reforma agraria para terminar con el hambre. Para que los productores del sur no sean la única fuente de alimentación de las mesas -y mercados- del norte. Para que la especulación no crezca más que los cultivos. Eso piden, con calma, con fuerza y con razón.
Tiene su gustito que te llamen compañero. Lo digo porque tal vez Hugo, Mario, Alfredo, en fin, los compañeros -re- piqueteros, también podrían sentirse bien -y con ellos muchos más- si los productores que protestan en Roma los llamaran, simplemente, compañeros.