viernes, 12 de junio de 2009

Apuntes, despuntes y pespuntes escondidos.

Trato de recordar qué música escuchaba cuando tenía menos de diez años. Supongo que nada de rock, bastante de música infantil, tango (terminó casi gastado un casete de "Buenos Aires 8"), folclore y mucha música bailable gracias a mi abuelo y su piano.

Augusto está preocupado por la música que escuchan sus hijos, aunque más preocupado está por la que no escuchan. Horas de Pink Floyd abandonadas en los cajones; "Sultanes del Ritmo" dejó de ser un tema de Dire Straits para convertirse en "Los sultanes", un grupo berreta y oportunista, con obvias consecuencias.

Años atrás, el tango estaba en bajada. Los jóvenes no lo escuchaban y se temía por su futuro. Le preguntaron a Osvaldo Pugliese si compartía este temor imperante: no -dijo el maestro-, porque el tango siempre los espera.

Hace unos días hablaba por Internet con el más chiquito de los hijos de Augusto. Después de pocos minutos me dijo que se iba a jugar a la Escondida, y me dejó solo aunque esperanzado. Si la buena música es como el juego de la escondida, entonces no hay de qué preocuparse: siempre los espera.