miércoles, 5 de octubre de 2011

Apuntes, despuntes y pespuntes genéticos.

Siempre que pienso en la cultura de un país, termino recordando el tango La luz de un fósforo: "en todo, siempre el color es del cristal con que se mira". Los cristales en Italia tienen una importante tonalidad machista.

El sábado pasado fui a mi primer encuentro preparatorio para el parto. Parto al que asistiré pero -como espero hayan intuido- seré sólo observador. El protagonismo, al menos en este caso, no es para mí.

La obstetra que daba el curso empezó mal. Hablaba del cuerpo humano y, sin despeinarse, dijo que -alguien, supongo- nos había construido como una máquina perfecta. No quise interrumpirla diciéndole que si eso fuese cierto, también debería decir que el ensayo y error para llegar a la perfección le llevó millones de años, pero no era el momento.

Se veía cómo venía la mano desde el comienzo, así que me preparé para lo peor. Y lo peor llegó: hay cosas que no están en el ADN masculino, dijo muy segura. En ese momento temí una lección sobre genética y estructura del ácido desoxirribonucleico pero el miedo se esfumó de un plumazo cuando aclaró qué era lo que faltaba en mis células.

Parece que asistir al parto, acompañar a nuestras parejas a las consultas médicas, preparar la leche y bañar o cambiar a los bebes, es algo para lo cual los hombres no estamos preparados genéticamente.

Entiendo qué quiso decir pero no lo acepto. La ciencia, o mejor, quienes trabajan en ese ámbito, tienen la obligación de brindar conceptos precisos. En este curso, la claridad y el rigor podrían ayudar a romper con la cultura machista que sobrevuela y -muchas veces- aterriza en la sociedad italiana.

Es un cambio cultural que debería partir desde las mismas mujeres. No alcanza con reclamar hasta el cansancio un trato igualitario, si frente a afirmaciones obsoletas y falsas la respuesta que se obtiene es una sonrisa condescendiente. Se empieza por ahí, y se termina discutiendo las capacidades femeninas para manejar, o lo que es peor y más peligroso, la pericia para leer los mapas ruteros.

viernes, 27 de mayo de 2011

Apuntes, despuntes y pespuntes ibéricos.

Hace unos días, mi amigo Lucas me decía que su segundo hijo no nació, sino que lo tuvieron que sacar de la panza de Lorena. Se ve que estaba cómodo y no quería salir. Eso sí, cuando vio la luz (sin su voluntad) se hizo sentir con su llanto liberatorio y tranquilizador.

Durante varios años, los jóvenes europeos se parecían al hijo de mi amigo Lucas: en casa hasta los 40 años, estudiantes eternos esperando un puesto de trabajo seguro y de por vida, y mientras tanto, huéspedes de honor en la mesa de mamá.

En Roma, los españoles también protestaron como lo hacen en varias ciudades europeas. Lo hicieron en la Plaza de España, frente a la embajada ante el Vaticano (el nombre de la plaza y su central ubicación fueron más fuertes que la coherencia) y repitieron los mismos conceptos de sus colegas: una abultada lista de deseos bien intencionados en algunos casos; aunque en otros, demuestran por lo menos gran inocencia o desconocimiento del funcionamiento de la economía y la política mundial.

Me extiendo en algo de lo que no quería hablar (las motivaciones). Me pierdo en el fondo cuando me inquieta la forma. Lo que me interesa en realidad es saber cuál es el camino que debería seguirse para plasmar las buenas voluntades populares. Están en contra de los partidos políticos, pero al menos yo, no veo veo otra forma para ejecutar las ideas políticas en democracia. Las ideas sin partidos, son como el fútbol sin arcos.

Viendo las plazas colmadas pienso en el hijo de Lucas y Lorena, ese que no quería salir y lo sacaron a la fuerza de su cómodo refugio materno. Lloraba porque no sabía hablar. Si hubiese sido joven y español, se habría instalado en una plaza, pidiendo volver.

lunes, 2 de mayo de 2011

Apuntes, despuntes y pespuntes vitales.

Si tuviese que agradecerle a mi abuela Coca una sola cosa, y sólo una, ésta sería el empujón final para estar decididamente en contra de la pena de muerte. "Nadie tiene derecho a quitarle la vida a nadie", me dijo. Simple, certera, eficaz.

Que George Bush atacó Afganistán primero e Iraq después con un objetivo económico por sobre todas las cosas es algo que deja poca discusión, pero admitamos también que Bin Laden era un sujeto deplorable que sumergió en el pánico a todo Occidente y sus satélites.

Un asesino con pocos escrúpulos y demasiado fanatismo -George Bush- persiguió a cuanto musulmán se le puso enfrente, y buscó, o dijo buscar, por cielo y tierra a Bin Laden, un asesino con pocos escrúpulos y demasiado fanatismo.

Es verdad que la suma de decisiones individuales contribuye a formar lo colectivo. También es verdad que a veces no alcanza. La orden de capturar con vida al líder de Al qaeda hubiese sido digna de un Premio Nobel, sobre todo porque asesinar a un asesino no circula por el camino de la paz.

En definitiva y concluyendo: es el pasado y el presente de Guantánamo, de la ilegalidad, del fanatismo, la hipocresía y el sentido de justicia lo que puede discutirse, pero, honestamente, capturar con vida a Bin Laden no parecía tarea fácil.

sábado, 16 de abril de 2011

Apuntes, despuntes y pespuntes nominativos.

Siempre me han sorprendido los nombres de las calles y plazas en Europa. Via Dei due macelli se llama una calle de Roma, donde habría, posiblemente en la edad media, dos mataderos de animales. La Plaza Mayor, en Madrid, tiene una denominación que pocos objetarían. Los nombres de las calles más antiguas de las ciudades tienen su por qué; basado en el uso y la simpleza de nombrar y nominar los lugares de acuerdo a sus caracteristicas.

Cuando la edad media te pasa lejos y el renacimiento te encuentra en pañales, la cosa cambia. Hay que elegir, y para hacerlo entran en juego infinidades de variables, sobre todo políticas. Las escuelas de formación de la Policía Federal Argentina tenían tres nombres, y ahora tienen otros tres, que me gustan. Me parecen correctos, fundamentados y coherentes con el fin que esa institución persigue. Pero todo cambio inquieta, y estos no son la excepción.

Hacía mucho que no leía los comentarios de lectores de Perfíl. No lo hacía porque intento mantener una cierta salud mental (de hecho a los de La Nación todavía no me les animo). El cambio de nombre que más les para los pelos es el del General Cesáreo Cardozo, un jefe de la Federal que murió en un atentado de Montoneros en el '76. No importa quién fue Cardozo, ni si fue reemplazado por otro nombre, que representa de forma más adecuada los valores que en esa escuela deberían inculcarse. Ese es un tema menor, total... ¿para qué?.