viernes, 27 de mayo de 2011

Apuntes, despuntes y pespuntes ibéricos.

Hace unos días, mi amigo Lucas me decía que su segundo hijo no nació, sino que lo tuvieron que sacar de la panza de Lorena. Se ve que estaba cómodo y no quería salir. Eso sí, cuando vio la luz (sin su voluntad) se hizo sentir con su llanto liberatorio y tranquilizador.

Durante varios años, los jóvenes europeos se parecían al hijo de mi amigo Lucas: en casa hasta los 40 años, estudiantes eternos esperando un puesto de trabajo seguro y de por vida, y mientras tanto, huéspedes de honor en la mesa de mamá.

En Roma, los españoles también protestaron como lo hacen en varias ciudades europeas. Lo hicieron en la Plaza de España, frente a la embajada ante el Vaticano (el nombre de la plaza y su central ubicación fueron más fuertes que la coherencia) y repitieron los mismos conceptos de sus colegas: una abultada lista de deseos bien intencionados en algunos casos; aunque en otros, demuestran por lo menos gran inocencia o desconocimiento del funcionamiento de la economía y la política mundial.

Me extiendo en algo de lo que no quería hablar (las motivaciones). Me pierdo en el fondo cuando me inquieta la forma. Lo que me interesa en realidad es saber cuál es el camino que debería seguirse para plasmar las buenas voluntades populares. Están en contra de los partidos políticos, pero al menos yo, no veo veo otra forma para ejecutar las ideas políticas en democracia. Las ideas sin partidos, son como el fútbol sin arcos.

Viendo las plazas colmadas pienso en el hijo de Lucas y Lorena, ese que no quería salir y lo sacaron a la fuerza de su cómodo refugio materno. Lloraba porque no sabía hablar. Si hubiese sido joven y español, se habría instalado en una plaza, pidiendo volver.

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