miércoles, 26 de marzo de 2008

Apuntes, despuntes y pespuntes de... sangre.

En 1987 me regalaron un libro que tardé casi 20 años en leer (tardé en empezarlo, por suerte leerlo me llevó un poco menos). Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. Una obra futurista que –a este paso- se convertirá en un libro de historia. Ya en el 1958 el escritor norteamericano presagiaba pantallas planas colgadas de la pared, televisión interactiva y bomberos que no apagaban el fuego. Lo encendían para quemar libros.

En la contratapa de la edición que me regalaron cuando terminé la escuela primaria (que todavía conserva la dedicatoria que con mucho gusto leo cada vez que lo abro), Bradbury comenta sorprendido una escena que vio poco después de publicar su libro. Una pareja caminaba de noche por una calle. Él paseaba un perro. La mujer tenía una radio pequeña en su mano, y con un audífono escuchaba sólo ella, concentrada en voces lejanas, aislada de su marido y de su perro. Paseaban juntos. Paseaban separados.

Caminando por la calle, varias veces me detengo para observar a alguna persona que, moviéndose sin parar, habla sola mientras gesticula efusivamente. No sin alivio descubro que el buen señor no ha perdido sus cabales, sino que en muchos casos, la gente lleva un auricular sin cables (supongo que Ray ya se lo habría imaginado), y sus gestos y sonidos tienen un destinatario que está lejos, al otro lado de la línea telefónica.

Pero ante tanta tecnología, una retórica sospecha me asalta: ¿los teléfonos celulares tienen baterías o se alimentan con el movimiento? A veces me pregunto si necesitarán de la tracción a sangre para funcionar. ¿Por qué cada vez que respondemos una llamada nos levantamos y empezamos a caminar sin pausa? ¿Es que no funciona si nos quedamos quietos? Ahora tendré que dejarlos. Me voy a dar un paseo. Debo hacer una llamada y ando escaso de batería. Hasta la próxima.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mi me da mucha impresión ver a la gente que camina por la calle hablando con ese auricular en la oreja y gesticulando…sobretodo porque siempre me quedo pensando si realmente había un auricular o yo lo imaginé nada mas que para preservar la salud mental de esa persona.
Con respecto a la caminata, puedo decir, que no se si mi celu funciona sin movimiento porque no logro conversar estando quieta, si puedo caminar, si el espacio me lo permite…genial, doy vueltas como loca! Si no puedo caminar, entonces voy dejando “la estela” con la mano que queda desocupada y mi cara se transforma, los ojos estallan jaja (que essagggerada que sos tía!!, diria Santiago)
Los celulares! Se han convertido en una adicción, al menos para mi, pero por suerte existen, porque si no, cómo llegaría a aquellas personas que se llevan mal con Internet o que Internet se lleva mal con ellas?!!
Bueno, me voy…besos!
Ah! se levantó el paro, así que si quieren venir a pasear unos días por ésta pacifica y sobretodo inteligente Argentina, aquí estaremos…