miércoles, 9 de enero de 2008

Apuntes, despuntes y pespuntes desequilibrados.

Después de pasar cuatro horas mirando televisión creo ser (o estar): infeliz, antiguo, fuera de moda y de estado físico, mal alimentado, ignorante y aburrido. Los modelos de esta época tan contemporánea que nos toca vivir son (tal vez tengan que ser así para que funcione) inalcanzables.

Si la diversión es como se ve en la publicidad, para pasarla bien deberíamos bailar y beber durante todo el día. El aperitivo de la tarde no será tal si las chicas con diminutos bikinis no bailan con vaso y sonrisa en boca, frente a bronceados y abdominalados chicos, que no hacen más que destapar botellas. Trataré de pensar en otra cosa antes de abrir una cerveza la próxima vez.

El desayuno, si no se toma en enormes cocinas blancas con grandes ventanales que dejan ver el jardín, con el padre que se levanta sonriente y hambriento y con los niños que llegan vestidos y ansiosos por ir a la escuela, no es un desayuno correcto. Si la madre, luego de haber preparado jugo de naranja -natural, ¡faltaría más!- y tostadas con mermelada, cometió la osadía de no servir la leche con cinco cereales, entonces sus hijos no estarán bien alimentados. Y ni hablar de su pobre marido, que tendrá que irse a trabajar (para mantener a toda la familia, obviamente) con pocas energías.

Me pregunto cómo hacer para combatir la angustia que me invade luego de ver lo lejos que estoy -por imposibilidad muchas veces, por voluntad otras tantas- del ideal de felicidad que la publicidad impone. Creo que una solución podría ser -como en casi todo- el equilibrio. El equilibrio entre el agradecimiento y la ambición. Excederse en lo primero lleva al conformismo, en lo segundo, a la frustración.
Gracias, de todas formas; y hasta la próxima.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En la sociedad de la imagen y del consumo, todo tiene que ser perfecto... Los creativos publicitarios no se conforman con vendernos sus productos, se empeñan además en indicarnos el camino, en mostrarnos cómo debieramos ser, si fueramos exitosos.
Eso si, cuando se les ocurre ponerse transgresores de verdad, se inventan una ardilla que apaga un incendio de bosque con su propio gas intestinal !!
Cuando me pasa lo que cuentas, es decir encontrarme demasiado lejos del modelo “ganador”, me divierto imaginando las dificultades en que se encontrarán, por ejemplo, cuando deben enseñarnos cual es el papel higiénico más suave o la pastilla de carbón ideal para detener la demasiada exuberancia de nuestro aparato digestivo o el absorbente que a ellas les dá más libertad en “aquellos días”.
En esos momentos siento el malicioso sabor de la revancha, entonces para festejar, corro a beberme un yogurt con “el exclusivo Bifidus Actiregularis, que cada día ayuda a mi natural regularidad”
Daniel