lunes, 11 de febrero de 2008

Apuntes, despuntes y pespuntes idealistas.

Lo único que me preocupa del paso del tiempo es la pérdida de memoria, y con ella, la pérdida de las cosas en común que me mantienen unido a mis amigos. Y no es a la pérdida de memoria por alguna enfermedad a la que temo, sino al olvido que llega cuando los caminos se dividen.

Desde hace casi diez años vivo un poco más tranquilo. Fue después de presenciar una cena de un grupo de amigos de juventud. Se veían diariamente, pero no estaban juntos desde hacía mucho tiempo. Pero esa noche, esos hombres maduros eran un grupo de amigos, esa noche el tiempo no había pasado. Pero lo mejor fue que no hablaban del pasado. Hablaban del presente, de sus presentes, como lo hacían 30 años atrás.

Quién sabe cuántos de los proyectos que tenían en su juventud se habían hecho realidad. Quién sabe si alguno de ellos, viendo a sus amigos, pensó esa noche lo cerca o lo lejos que estaba del éxito o del fracaso. Ahora, 10 años después, pienso en mis amigos y pienso en mí, y en nuestros sueños y aspiraciones que ya tienen más de una década.

Es verdad que cada uno de nosotros ve los resultados de acuerdo a sus aspiraciones -lo que es éxito para unos puede ser fracaso para otros- pero no puedo evitar preocuparme cuando alguien que conozco no logra lo que se había propuesto. Me defiendo pensando que este inconveniente es momentáneo, que es sólo un paso atrás para tomar impulso y retomar la carrera.

Cuando estábamos cerca de los 20 años, los sueños estaban intactos. Y ahora -me convenzo- también deben estarlo porque, aún con un optimismo que roza el pecado, todavía sigo convencido de que el éxito -el éxito de cada uno- está ahí, esperándonos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también a veces pienso en la personas que se han cruzado en mi vida, pienso en qué estarán haciendo, en qué estarán pensando y a veces recuerdo cuando me confiaban sus sueños. Es verdad que nuestros sueños cuando teníamos 10,13, 16 y hasta 20 años eran solamente "sueños": mis sueños han cambiado y de la misma manera creo que han cambiado los sueños de mis amigos, se han vuelto menos ideales, más prácticos.... por eso no me preocupo si el sueño de alguien no se realiza (yo no soy tan optimista como tu, porque no pienso que todo pueda realizarse) pero me preocupo como tu si su felicidad no se realiza, y en este caso estoy contigo escribiendo que (sin demasiado optimismo) está ahí, esperándonos.

Fernando Salceda dijo...

En diciembre, durante mis días en Buenos Aires, tuvimos una muy linda reunión con varios compañeros de la escuela primaria; y mientras disfrutaba del momento me hacía las mismas preguntas que vos planteás en tu entrada.
Ajustando la definición de éxito a lo que cada uno entienda en ella, yo no soy de los que cree que nos está esperando, sino que hay que ir a su encuentro. Independientemente del resultado. Como bien dice Valentina, no todo puede realizarse. Pero eso no representa que todo aquel que no realiza lo que busca haya fracasado. El verdadero fracaso es no hacer el intento.

Anónimo dijo...

La belleza de las amistades de joven, para mí, es que cuando las vuelves a ver parece que los años no hayan pasado. Te viene como una especie de cosquilleo y te sientes más joven. Como mujer, comparo las arrugas y la manera de mirar, y pienso… está mejor que yo, o al contrario. Das una ojeada alrededor y parece que el tiempo no haya pasado. Por lo menos yo río como cuando las había dejado e intento ser como era, sin darme aires diferentes. Roma no me ha cambiado. Te ata una especie de cinturón que no puedes desatar. Difícil que cuentes cosas de fracasos, todas, por lo menos conmigo, quieren mostrarme que la vida les ha dado todo lo que querían. En la primera hora del encuentro se habla de lo bueno… y después de unas copas se empieza a llorar lo malo…
Y cuando te saludas siempre queda la misma frase…no te olvides de nosotras, y de verdad, que no me olvido. Pienso muy a menudo en ellas, y te digo que, aunque no nos veamos por algunos años, cuando las vuelvo a ver y nos abrazamos, sigo sintiendo que el tiempo no ha pasado, y si ha pasado no importa.
Tranquilo mauri, con la amistad verdadera de la infancia no hay olvido.
mer

Mauricio Monte dijo...

Con un poco de maldad: si después de tu cumpleaños escribis esto, me quedo más que tranquilo.