lunes, 19 de noviembre de 2007

Apuntes y despuntes modestamente orgullosos.

Voy a decir algo que puede sonar fuerte. Y después de decirlo intentaré explicarlo: no siento orgullo por Argentina. No siento orgullo por mí país. No lo sentiría por Alemania si hubiese nacido en Berlín, ni por China si tuviese la piel amarilla, ni por Suecia si fuese un irresistible rubio de ojos celestes.

Siento orgullo, sí, por la cosas que hago y por las que no (no por todas, ni de unas ni de otras), por mi familia y por mis amigos. Son hechos, son personas, no entidades abstractas que mucho abarcan y poco aprecian. Y siento orgullo, además, por cinco hombres vestidos de negro que desde hace 40 años demuestran que se puede ser serio, trabajar en serio y tener éxito.

Definir a Les Luthiers como cinco hombres vestidos de negro es como decir que el fútbol es un deporte donde 22 hombres corren detrás de una pelota o, peor aun, que 500 gramos de papel y dos litros de tinta son una novela policial. Es obvio que estas últimas no son definiciones mías, pero me remito a mí primer texto por si alguien tuviese algo para reclamar.

Decía que siento orgullo por Les Luthiers, y lo siento fundamentalmente por una cosa: son, tal vez -y aquí entra en juego la pasión y comienza su retirada la razón-, la mejor expresión de nuestra cultura popular. O al menos es la que prefiero, la que desearía que fuese nuestra cultura, mí cultura. De esta sí (y también) estoy orgulloso.

Pensar. Trabajar con seriedad. Buscar la excelencia con esfuerzo y paciencia. Sin prisas, con honestidad y sin engaños. ¿Será mucho si digo que Les Luthiers pueden ser unos de nuestros próceres del siglo XX y -cuanto menos- del que le sigue?. A muchos conmemoramos por discutibles ideales y dudosos métodos, así que -aun exagerando- declaro, con orgullo, a Les Luthiers próceres de mi querido país. Hasta la próxima.

7 comentarios:

Fernando Salceda dijo...

La verdad, no soy fanático y ni siquiera seguidor de Les Luthiers.
De todas maneras, entiendo a dónde apuntás; y lo comparto.
Con tus mismos argumentos es que me siento orgulloso de que sean argentinos tipos como Marcelo Bielsa (sólo él, no el hermano), para mencionar a alguien de la actualidad. Pero también por personas como René Favaloro o, hasta el final de su carrera arbitral, Javier Castrilli. Debe haber muchos más, seguramente, pero son los primeros que concurrieron al llamado de mi memoria.
Me desalienta, aunque no me sorprende, que Bielsa haya decidido no trabajar por mucho tiempo en la Argentina; que Favaloro se haya suicidado por honor y que Castrilli se haya dejado seducir por los mismos a los que él combatía.
Es dolorosamente difícil estar orgulloso de un país en el que siempre, o casi, ganan los malos.

Abrazo, Maestro.

Anónimo dijo...

Grande Muricio -en esta te gano- sentir el orgullo de un padre, que además de quererte mucho siento en ti, más de una vez, mi profesor de periodismo, la profesión que siempre amé y que solamente la tuve como apenas un medio de vida, esa profesión del "tipo del interior", que sigo abrazando cada mañana cuando prendo el micrófono de la radio...hijo, cuanto te envidio (y que bien me siento) por la forma en que escribís, "pa´que aprendan los muchachos", esos que hasta vivien bien por hacer mal lo que vos hacés bien...ah, saludos a Salceda, tiene que ser bueno en este metier, si no estaría en argentina..., Arturo

Anónimo dijo...

Que tierno papá!

Mauricio Monte dijo...

redoblo la apuesta: si de maestros hablamos, nunca en 14 años de profesión; y en ningún lado, nadie contradijo ni una palabra de lo que aprendí en Tejedor, desde que tenía más o menos 5 años e iba a las transmisiones de las carreras de autos por toda la zona.

Anónimo dijo...

Que tierno hijo!
De tal palo, tal astilla?

Fernando Salceda dijo...

Estuve recorriendo Colonia y encontré una fábrica de baberos buenos y baratos. Encargué dos partidas; una para mandar a Tejedor y otra a Roma.
Un abrazo a Arturo y el de siempre a Mauricio.

Unknown dijo...

y yo qué? jajajaj
Vic